miércoles, 4 de enero de 2012

El encuentro

Sigilosa se abrió paso entre la multitud y como si hubiera escapado de mis sueños se posicionó en mi horizonte como el sol en el ocaso. Mi respiración se detuvo y el silencio que emanaba de mi pecho término por abstraer el bullicio de la calle, mientras un seco buche de saliva se deslizaba en mi garganta haciéndome en su paso titubear por el más absurdo y sutil de los miedos.

Ella conversaba implacable con aquellos que obstruían su camino hasta mi, ignorante de este observador que la
asechaba desde la esquina, donde sentado apreciaba el candor de su belleza astral y como no hacerlo si en verdad no podía ser más hermosa. Vestía el negro manto de la noche y su rostro resplandecía con la claridad de la luna llena; era la belleza del firmamento contenida en un cuerpo mortal y como el firmamento brillaban sus ojos como luceros buscando con desespero a alguien.

Mientras, en mi esquina me sorprendía el estruendo de un corazón palpitando loco y desenfrenado, al ritmo de los tambores del alma; de mi alma. Entonces temí que me viera y el peso de la duda cayó sobre mí aplastándome. Allí, desecho, indefenso y desvalido fui preso del pánico, quien malicioso invadió mi cuerpo en una sombra espeluznante que abruptamente me arrastro lejos de ella.

Con prisa, caminé en dirección contraria, con los ojos puestos en frente a la espera que sus estrellas fueran ciegas a mi huida. No obstante el destino aun tenía una lección que enseñarme: nadie en el mundo escapa a los juegos de eros y su heraldo me alcanzo a lo lejos para hacerme saber que era a mí a quien ella buscaba... así culmino aquel encuentro, postergado entre estúpidas escusas, hasta saber si en su pecho, su corazón tocaba las mismas melodías que precedieron a mi funesta y cobarde partida.

-Duban alvarez-
un conocido que escribe un par de cosas como estas
que me traen un par de recuerdos y me dejan sin palabras
palabras que definitivamente merecen ser leidas
mil gracias por prestarlas al blog